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jueves, 2 de enero de 2014

Lo que he aprendido en el taller literario

Escritura, taller literario

Antes de asistir al taller literario de Arnaldo Viquillón en el instituto cubano del libro, tenía en casa una caja llena de libros escritos por mí, al menos cinco poemarios, un libro de cuentos, una novela a medio escribir y un proyecto de ensayo acerca de las malas palabras.



Tenía también un montón de frustraciones, arrastraba conmigo incontables fracasos y casi ningún logro, un millón de sueños que no se cumplieron, estaba marcada por el menosprecio sistemático de las personas que me rodean, a las cuales durante mucho tiempo escondí quien yo era, una alma sensible de poeta, un artista, un ente perdido en busca de su verdadero yo.
No tenía ni la más mínima idea de que debía hacer con mis escritos, si servían para algo o si debía tirarlos a la basura, ni siquiera sabía cómo mejorarlos o editarlos. Las opiniones de las personas a mi vuelta, con las mejores intenciones del mundo, no me eran útiles porque no tenían los conocimientos apropiados para ayudarme.
Se me ocurrió la idea de hacer este blog como un ejercicio de escritura, esperaba contactar con personas con mis mismas inquietudes, compartir mis dudas, mis triunfos, mis pequeñas alegrías, esperaba ayuda, estaba ávida de opiniones, de lectores. Quería que me conocieran por la parte de mí que siempre estuvo oculta, quería que vieran solo esa parte,  la más esencial y hermosa  y que obviaran mi persona material, quería despojarme de todas las máscaras y ser verdaderamente yo.
Con el tiempo conseguí un par de seguidores en Facebook, Twitter y en mi blog. Muchos confiaron en mí, me dedicaron palabras amables, gustaron de mis poemas, pero no era aún suficiente. No son elogios lo que busco, aspiro a más, a la excelencia, cosa que es parte de mi personalidad, una búsqueda excesiva de perfección.
Es evidente que es escribir la única cosa por la cual me reconozco diferente, lo único que me hace feliz, es un parte inexorable de mi misma, algo que nunca abandoné a lo largo de toda mi vida. De alguna manera sentía que estaba predestinada para eso. ¿Porqué sino me brotan las palabras de esta manera que casi me ahogan y mi alma reclama un pozo de papel donde plasmarlas? ¿Porqué sino estoy  preñada de poesía?
Mis escritos necesitaban ver la luz, me lo reclamaban desde las sombras. ¿Para qué sirve escribir sino hay nadie ahí para leerte? Pienso que en la vida los dones son dados por alguna razón y se me hacía fácil escribir. Pero eso aún no era suficiente. No entendía muchas cosas, no tenía  la capacidad para juzgar y comprender, aún la poesía me resulta un enigma, acerca de la cual me resulta  muy difícil opinar.
 Entonces emprendí una búsqueda frenética, y la vida guío mis pasos hacia Arnaldo Viquillón. Le dí un par de poemas y me invitó a su taller. Entonces fue cuando la vida me abrió sus puertas para que pudiera encaminar mis pasos en el camino correcto.
Comprendí que estaba mal en mis poemas, me enseñaron qué debía cambiar o mejorar. Tuve la oportunidad maravillosa de conocer personas como yo, escritores noveles con mis mismos sueños y aspiraciones.
Ahora sé los errores recurrentes en toda mi escritura, aprendí qué es un lugar común, a diferenciar el lenguaje literario, del coloquial y oficialista. Aprendí que no se deben usar los adverbios, ni los gerundios, el desequilibrio entre el uso de adjetivos y sustantivos y sobre todo mi peor defecto que es la rima caótica. Me sugirieron que tratara de escribir en verso libre, lo intenté, pero a cada paso la rima acude a mi mente, y para escribir en verso libre tengo que luchar contra ella, sé que renunciar a ella es traicionarme a mí misma,a mi esencia poética.
En el taller tuve la oportunidad de presenciar las charlas de Virgilio López Lemus que tocaron mi alma, había una fascinación en el por la poesía, un desmesurado amor, un profundo conocimiento, una belleza tan grande en sus palabras, una ternura en su voz que puede acariciar las almas, una pasión tan grande por la poesia, y la verdad es que al escucharlo comprendí que es a esto a lo que quiero dedicar mi vida. .
Así que me resta aprender, sobre la rima, la métrica, la historia de la poesía, en fin, adquirir oficio.
Ahora sé que es posible, pero sé que el camino que tengo que recorrer es largo y difícil, que reclama tiempo y esfuerzo. ¿Pero acaso algo en esta vida se consigue sin dejarse la piel en ello? Estoy dispuesta al sacrificio, porque es la única cosa que puede marcar la diferencia. 

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