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jueves, 29 de agosto de 2013

“LAS COLAS”


Mucha gente en Cuba, dice que las guaguas son como las películas del Sábado, que contienen sexo, violencia y lenguaje de adultos. Supongo que esto no es más que un ejemplo de lo acertado de aquello que todos damos en llamar sabiduría popular,  algo vivo que se transmite  de boca en boca, y forma parte de nuestros dicharachos, frases ingeniosas, y salidas de humor propias de nuestra idiosincrasia jaranera, que poseemos para burlarnos de todo y de nosotros mismos. Y por aquello de “jodidos pero contentos”, nos ayuda a paliar todas las dificultades por las que hace tantísimo tiempo atravesamos todos los que vivimos aquí, en esta isla tan nuestra y hermosa, llena más de calor humano que climatológico.

Supongo que también se podría aplicar este razonamiento a las colas, que son mucho más interesantes que las guaguas. La cola en Cuba se ha convertido en una entidad fundamental para la vida, cuyos valores se ignoran.
Una cola es profunda y rotundamente filosófica, es un sondeo de opinión, una institución con un gran  impacto social, un ente con vida propia y todo esto lo descubrimos si reflexionamos concienzudamente acerca de ellas.
Sí, querido lector, no se me asombre, no quiero ver en su rostro una mueca de escepticismo, o de pura incredulidad, no, no me burlo. Solo pretendo darle a las colas su justo valor. Y me erijo en defensa de las colas que tan injustamente han sido tratadas por todos nosotros, calificadas de infernales, de engendro diabólico, de mecanismo maquiavélico, de invento subdesarrollado y tercermundista, a las que todos dedicamos las palabras más “cariñosas” de nuestro repertorio grosero de habaneros mal hablaos.
Y ahí ellas permanecen, cotidianas y humildes, en todas partes, en la bodega, la carnicería, en el estanquillo para comprar el periódico, en el banco, el Ten cent de Monte o el de Obispo, o incluso en las tiendas en divisas, cuando se pierden cosas de primera necesidad, y al final nadie que viva en Cuba se libra de ellas .

Nada en este mundo es tan hermoso, didáctico y entretenido que una cola cubana, por más que nos quejemos, hay quienes incluso hemos desarrollado un amor desmesurado por las ellas, similar al síndrome de Munchansen o de Estocolmo, donde no faltan ciertas dosis de locura, algunos elementos sadomasoquistas, necesidad de realizar trámites, recargar los celulares, pagar la factura telefónica, sacar los mandados antes de que se venzan o coger el pollo por pescado.
Sino que les pregunten a los jubilados, que han convertido las colas en el deporte nacional de la tercera edad, más allá de la pelota.

La cola cubana, señores tiene ritmo y sabrosura porque el cubano es un ser especial, una cola tiene sabor local, contiene lenguaje coloquial, vulgar y soez. Y dependiendo de las condiciones atmosféricas, y lo caldeado del ambiente circundante, incluso francamente grosero.  Pero incluso esto tiene sus beneficios, la cola libera tensiones, sí, nosotros los cubanos, no tenemos como los japoneses lugares donde ir a romper vidrios, pero nada desestresa más al cubano normal que echar una buena cojonera en una cola.

La cola tiene un valor social, una cola es imprescindible para socializar, las personas interactúan, se solidarizan, se hacen amistades nuevas y se reencuentran viejas. 

Nada une más a las personas que la experiencia irrepetible de pasar cuatro horas juntas en una cola.
Oye, yo creo que te conozco. Si, hace rato que te estaba mirando, y tu cara también me es familiar. ¿Tú no vives en la Habana Vieja?
Y así te encuentras con la amiga de la secundaria que hacía más de diez años que no veías, sin necesidad de tecnología, ni gasto monetario de alguna clase, mejor que las redes sociales y el Facebook. ¿Verdad?

Una cola es informativa, es el boletín de noticias más reciente de radiobemba nacional, se cuentan todo tipo de cosas, desde hechos de sangre, crímenes pasionales, y chismes de vecindad (no importa si los de la cola no conocen a los vecinos aludidos). La cola es informativa, más que la mesa redonda, se habla acerca de trámites, de la embajada española, de los pasaportes, de la visa por cinco años que está otorgando la oficina de intereses de los estados unidos, de la distribución de productos alimenticios por la libreta. del surtido de las tiendas en divisas, de la segunda vuelta de las íntimas, de lo que sacaron en la cuevita.

Una cola es chistosa, variada y polifacética, la cola es tremendamente instructiva, la cola imparte sabiduría, en ella se comparten remedios de medicina popular, recetas de cocina, (yo aprendí hoy como hacer torrejas, como envolver tamales, algunos trucos para cocinar el arroz vietnamita y múltiples recetas dignas de figurar en el libro El folclor médico de Cuba de Seoane, desde la hoja de tuna para los espolones, el agua de berenjena para bajar de peso, el remedio del almácigo para los bebés que lloran mucho y se les botan los ombligos para afuera. Puede convertirse incluso una guía para la automedicación para los atrevidos que gusten de ella.

Una cola es una tertulia en la que se debaten todo tipos de temáticas de actualidad, se comparten opiniones, se discute acerca de asuntos que están afectando a la sociedad actual, temas de gran profundidad como el racismo, la homofobia y la metro sexualidad. Es mucho más efectiva que cualquier asamblea de rendición de cuentas y mucho más dinámica.

Es el único lugar donde convergen personas de todas las edades cuya reunión sería imposible en otras circunstancias.

También la cola contiene elementos religiosos, se debate acerca de todas las creencias arraigadas en la cubanía, desde los cristianos, los testigos de jehová, los católicos y la más generalizada de los yorubas y espiritistas. Incluso, con buena suerte, dependiendo del largo de la cola, se dan consejos especializados, acerca de cómo lograr buena fortuna, sosegar a los eggun familiares y abrirse los caminos, y lo mejor es que es completamente gratis.

La cola trasmite valores éticos y morales, en ella se solidariza, se realizan actos de caballerosidad, se deja pasar a la embarazada, (en eso la cola le ganó a las guaguas) a la mujer que lleva un niño de brazos, a la que parece tener problemas mentales, te regalan una jaba si te rompe la tuya y se te está botando el arroz. 

Incluso puede tener valor económico, pues hay a quien se le paga para que haga la cola y quien se aprovecha de la cola para obtener beneficios por tanto es hasta rentable, se vende maní, pastelitos de guayaba, caramelos, agua, ect.

Una cola bajo el sol, la lluvia, en el calor de Agosto une al pueblo de una manera que nadie es capaz de imaginar, desarrolla sentido de la justicia, cuando todos se unen en contra del custodio del Sepsa que deja pasar a sus amistades, se hacen denuncias, en aras del bien común. 

Mira a ver que esa se coló, si no sale la cojo por los pelos, y la arrastro por todo Águila como una colcha de trapear.

Una cola es emotiva, vibrante, emocional, una cola es algo vivo y racional, una expresión inequívoca del folclor cubano, es un sitio de convergencia, de afluencia de público, una cola es cubanía.

Una cola es poesía popular, urbana, pone de manifiesto nuestra educación, nuestros valores, nuestra idiosincrasia, es justicia, cultura, cortesía, humor cubano, nuestra esencia más intrínseca.

Y yo que tengo alma de poeta y que creo que hay poesía en las cosas comunes, y no hay que ser un genio para verla, creo que la colas tienen la fascinación mágica de cuando se reunían nuestros ancestros a contar historias alrededor del fuego, la cola es esa antigua magia extrapolada a nuestra realidad ordinaria y moderna.

La cola es patrimonio inmaterial de Cuba, oralidad, madre nutricia que nos acoge en su seno, poesía efímera y verdadera.

#RossanaOlivaReinés 
#rossanaolivareinés 
#rossanaoliva 


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viernes, 16 de agosto de 2013

EL DISCURSO EN MI OBRA DE ARTE:



Estando en clases con mi profesor de escultura, preparando una futura exposición de mis obras, aunque aún no tengo suficientes piezas con calidad de galería para poder hacer una exposición personal, siempre tengo largas polémicas con él, acerca del elemento discursivo en las obras de arte. Y me doy cuenta que los artistas están más preocupados por respaldar sus obras con algo profundamente trascendental y filosófico que por la obra en sí misma  y yo, que no soy tan dada a los desvaríos existencialistas, aunque filosofo muchas veces, no creo que la filosofía deba estar presente en todas las cosas de la vida, sino hubiera filosofía en todos los actos cotidianos desde lavar los platos hasta bañarse, filosofía del plato de comida, filosofía del sexo, filosofía del sueño y filosofía hasta del aire que respiras. 

No es que tenga nada en contra de la filosofía, muy por el contrario, la encuentro extremadamente interesante, pero siempre complicada, y no al alcance de las personas comunes, por lo intrincado de los razonamientos y la capacidad intelectual necesaria para emprender estos estudios tan profundos que son solo patrimonio de una élite, de algunos sabios privilegiados, en realidad muy pocos, contrastando con los infinitud de seres normales que a los que atormentan cosas más ordinarias y menos trascendentales.

Mi profesor se asombra cuando le digo que no quiero que mi obra tenga discurso, que dejaría en blanco los catálogos y les daría un bolígrafo a cada uno de los que visitaran mi exposición para que ellos mismos escribieran al dorso el discurso que encuentren en mi obra. Eso me complacería más que la crítica esmerada de un periódico hablando sobre el virtuosismo de mi obra. .

Me mira, con la misma sorpresa con que miraría un gourmet a alguien que, porque lo encuentra algo desabrido e insípido, echara azúcar prieta en una copa de vino refinado y más exquisito,  estropeándole el delicado bouquet. Pero la suerte es que sabe que no soy tan ignorante.

Y yo le digo que no quiero que mi obra tenga discurso, quiero que no pretenda decir nada más que lo que dice, yo no me preocupo del discurso, de hecho, no lo busco, yo me preocupo de la forma, la proporción, los símbolos, la belleza, el virtuosismo, la excelencia, me preocupo de la emoción y con algo de suerte, si mi obra tiene suficiente fuerza, hablará por sí misma.


miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Tengo talento para escribir?


He estado leyendo a través de la red diversos textos, recopilando información acerca de la escritura con pretensiones de investigar acerca de las técnicas de narración, pues me ha dado la locura de intentar escribir una novela y en mis más o menos extensas búsquedas he visto que muchas personas que desean escribir se preocupan respecto a una determinada cuestión:

                                                        ¿Tengo talento para escribir?



Esa duda tan recurrente en la mente nosotros, los escritores incipientes surge del hecho de que muchas personas tienen un concepto erróneo acerca de lo que es el talento. Confunden tener talento con ser superdotado. Se creen que tener talento significa nacer con la capacidad innata de sentarse delante de un ordenador o de una hoja de papel en blanco y escribir de un tirón un best seller, que los convertirá en millonarios de un día para otro, con el mismo virtuosismo que Gabriel García Márquez. Y como no son capaces se desaniman. Pues para que sepan que ni Gabriel García Márquez era capaz de eso: Dijo una vez que un escritor no se mide por lo que escribe, sino por lo que rompe.
Por eso, a ver si consigo infundirles ánimos y aclararles las ideas, quiero compartir con ustedes lo que creo del talento:

El talento  es algo muy común, hay tanta gente con talento en el mundo como arena en el mar, el talento está sobrevalorado, no lo es todo, en realidad solo representa una base sobre la cual trabajar, un mínimo de habilidad para lograr ciertas cosas. Si eso los consuela les digo que casi todos tenemos talento, porque no tener ningún talento significa no poder escribir nada de nada, ser alguien totalmente negado para escribir.
Pero cuando poseemos esa base, esa habilidad mínima necesaria a toda arte, porque la literatura es un arte, no un oficio, los oficios se aprenden de una manera mecánica, pero las artes son distintas, solo aquellos con cierta aptitud innata podemos aprender a escribir aceptablemente.

martes, 13 de agosto de 2013

Motivos de Ausencia

Hola, a todos los lectores que entran en mi blog . He estado ausente por algún tiempo, he estado trabajando en otro blog, para ayudar a promocionar a unos músicos de mi localidad. este es el enlace por si lo quieren ver:
Pura Kalidad de Cuba