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martes, 2 de abril de 2013

PASEOS POR LA HABANA VIEJA



                                 NUEVA ESCULTURA DE FABELO  EN LA PLAZA VIEJA


Escultura de una mujer cabalgando un gallo, roberto fabelo, Plaza vieja de la Ciudad de la Habana, Cuba

Recientemente esta escultura de Roberto Fabelo ha sido emplazada en la Plaza vieja para disfrute y beneplácito de sus pobladores.






Enfrente del café el Escorial, en la plaza vieja, se emplaza esta escultura del artista de la plástica Cubana Roberto Fabelo





Hace poco he estado caminando por la Habana Vieja y he descubierto, no sin asombro que una nueva escultura ocupa un espacio protagónico de la plaza vieja.  Una escultura enorme de bronce,  magnífica, majestuosa. Un gallo gigantesco, en actitud belicosa, con una mujer desnuda , a horcajadas sobre él, que  esgrime un tenedor como si fuera una lanza, presta al combate.  
Y pregunto a los trabajadores del café “El escorial” , (uno de mis sitios favoritos de la Habana Vieja) que ya conozco por mis múltiples visitas en busca del preciado “néctar negro de los dioses blancos” como decía mi profesora de la primaria, Isolina. Y me cuentan que el reconocido artista de la plástica Roberto Fabelo la ha donado a la ciudad de la Habana. Y otra vez me asombro porque es la primera vez que veo una escultura de Fabelo. Ya había visto sus pinturas, pero confieso que no me habían impactado tanto como esta escultura, tal vez por mi predisposición para apreciar la escultura, ya que hace casi tres años que recibo clases de escultura con el profesor José Miguel D´Toxte.


Roberto Fabelo, artista plástico cubanoY es  la primera vez que una escultura logra sorprenderme de tal manera, con perdón de los artistas que exhiben sus muestras de arte en áreas urbanas de la Habana, pero estas,  como la de John Lennon,  El caballero de París, la de Hemingway en el Floridita, Antonio Gádes en la Plaza de la Catedral y otras más están concebidas para integrarse en el ambiente de manera natural, como si la persona en cuestión estuviera literalmente en el sitio donde la escultura hace homenaje a su presencia. Pero esta en particular es algo distinto,  dado que cuando se da vida a un personaje real, se restringe un tanto la fantasía, pero esta al ser puramente decorativa, la permite tanto como es posible. Por tanto de una manera un tanto agresiva, sale al encuentro de los transeúntes con su imponente mole de metal patinado en rojo, y resalta su presencia de una manera impactante.  
Para mí es un hecho grandioso, que un artista de semejante envergadura, nos haya regalado a nosotros los habaneros una obra hermosa y creativa, para que podamos día a día incluirla en nuestras vidas cotidianas . Y se sume a las que ya hay para que la ciudad se convierta en un museo abierto,  al alcance de todo el mundo, incluso a aquellas personas que nunca pondrían sus pies en un galería de arte.
Y lo mejor de todo,  es que esta obra posee un simbolismo fácil de entender por todos, un lenguaje abierto, asequible a las personas comunes, concesión que agradecemos las personas ordinarias que caminamos todos los días por las calles de la Habana.
En esta obra , para mí es destacable el virtuosismo de su autor,  pues posee un marcado realismo, movimiento, fuerza y expresión, con un alto nivel de detalle, que hasta sorprende,  de modo que nadie queda indiferente ante ella. Todo el mundo la quiere tocar, retratarse junto a ella, y hay que esperar turno para poder fotografiarla. Pero además de todo eso, podemos encontrar en ella, cierto aire barroco, gracia, creatividad, fantasía y algo de magia.
Me ha gustado tanto que me he atrevido a escribir esto por puro placer, si bien es cierto que no poseo suficientes elementos de juicio para juzgarla, solo puedo decir que me gusta y eso debería bastar para todo el mundo.  No tengo conocimientos académicos ni erudición alguna para comentar al respecto como lo haría un crítico de arte, pero tampoco me interesa, yo cambio el conocimiento por la emoción, como dice el escritor mexicano Ermilo Abreu Gómez en su libro Canek.
Yo  juzgo desde este ángulo, desde la emoción más pura y genuina, y ese punto de vista está abierto a la magia y la poesía. No quiero que la teoría del arte, la historiografía, ni la erudición me prostituya esa razón. Tanto que a veces creo que no debería aprender nada al respecto para seguir conservando esa inocencia de quien no sabe nada, para juzgar desde lo que me inspiran las cosas, desde dentro del corazón.
Y eso es más de lo que nos podría inspirar algunas obras, famosas o no, porque la mayoría del arte se ha convertido en algo esnobista y elitista, como si algunos artistas lo hicieran a propósito para que el resto de las personas no iniciadas en esos misterios nos sintamos inferiores,  al no entender la semiotica de esas obras de arte modernas y peor pasa aún pasa con el arte conceptual. 
Me he asombrado al saber muchas cosas acerca del arte conceptual, pues lo verdaderamente interesante, parece ser el concepto y no la obra en sí, como si toda referencia al pasado fuese un pecado y los artistas se cebaran en romper todo vínculo con los cánones establecidos. Y todo lo que se hace en ese tipo de arte es puramente simbólico e intencionadamente  vacuo para aquel que no tenga por vocación el filosofar.
Y yo que no soy filósofa, siento que algo nos escamotean con ese tipo de arte, pues también esperamos encontrar en una obra de obra virtuosismo, excelencia, preciosismo y habilidad, conocimientos técnicos y creatividad, no algo que podría hacer cualquiera, pues por algo es que el artista en su sensibilidad es un ser diferente del resto de la sociedad. Nos tiene que dar algo que podamos admirar, contemplar, que nos permita deleitarnos y que nos trasmita alguna emoción. También tengo la creencia de que el arte no es filosofía, ni debe de ser críptica e inaccesible, si no me parece que me haría falta tener un doctorado en filosofía para ir a una galería de arte, pero creo que debería bastarme con tener un buen par de ojos en plena cara, y un sentido estético no educado, pero más fiel a mi propia alma.
Y me ha dicho mi profesor de escultura en uno de los debates que solemos tener acerca del arte, que lo que sucede es que el arte está en crisis, pero yo creo que los que están en crisis son los artistas y no el arte. Que no son capaces de hacer obras de arte como las de antigüedad, o se sienten anonadados ante tan alto grado de destreza, que sienten de alguna manera que son inferiores, e incapaces y de ahí, de la desidia o de la vagancia, de un sentimiento de derrotismo e incluso de falta genuina de todo talento y habilidad inherentes al oficio, nace ese arte que en modo alguno me agrada. Por más que a los entendidos les pueda parecer un escándalo leer esto, pero no me importa, yo escribo por puro placer y digo lo que pienso, porque para escribir también hay que tener criterio y cierta valentía. Y para mí es evidente que no hay porqué complicar las cosas, me parece que los artistas están un poco obsesionados con el discurso y por darle a sus obras un apoyo conceptual, dirigido más bien a quién haga la critica de su obra, cuando el arte existe porque sí, sin necesidad alguna de agradar a nadie. Por las necesidades expresivas de cada cual y no hay que andar explicándolo todo, como si todos fuéramos tontos, porque tenemos el derecho de opinar. Al final el arte no está hecha para que la entendamos, sino para que la sintamos, para que la juzguemos desde la emoción y finalmente volvemos al punto de partida, pero gracias a Dios quedan unos pocos capaces de hacer obras grandiosas, como esta de  Fabelo.
Y si nos remontamos al sigficado de la palabra arte, notamos que en un principio la palabra arte era sinónimo de belleza, no se podía imaginar el arte que no fuera una búsqueda de belleza, o ligada a la religión, aunque más tarde el concepto del arte evolucionó y en la actualidad ya no se considera necesario que  una obra de arte sea bella, pues cada uno tiene un concepto diferente de belleza, según sus cánones, culturales o personales. Aunque estamos de acuerdo en que mientras que posea expresión, fuerza y sea capaz de transmitir emoción o provocar sentimientos en la persona que la ve, será arte real, porque esas son las cualidades que debe poseer.
Y confieso que esto, este deslumbramiento, esta emoción no es algo que me suele pasar mucho con las obras de arte que veo,  muchas me dejan fría, no me inspiran nada, no me hacen sentir cosa alguna, parecen algo enigmático y extraño, supongo que es que no entiendo el lenguaje con el cual el autor pretende llegar a influir en las personas que se paren enfrente de ellas. Pero  supongo que aún en esas condiciones, partiendo del postulado de que no todos somos eruditos, para mí una obra plástica debe transmitir emoción, aún para los que no entendamos, (como cuando nos gusta una canción escrita en otro idioma aunque no entendamos la letra,)  porque esa es su razón de ser, transmitir algo, desde el interior al artista a su público. Una obra es el fruto del imaginario personal de su autor, su cosmovisión, su fantasía, su creatividad. Y si esa es su razón de ser, creo que no muchas lo logran.
 No me interesa cual sería el discurso que tendría que tener una obra de arte, pues personalmente cada persona la vé de una manera distinta, según lo que nos dice a cada cual. O tendríamos entonces que leer las críticas para permitirnos tener una opinión, según lo que parezca a los entendidos o confesar abiertamente nuestra ignorancia, teniendo en cuenta de que Sócrates, uno de los siete sabios de Grecia dijo: “Solo sé que no sé nada”
Pero al final todas personas que circulan en el exclusivo y refinado mundo de arte, deberían de entender que la mayoría de las personas que habitamos este mundo somos seres comunes, y es hacia nosotros a los que deben llevar su arte y no al revés. Nosotros somos la mayoría.  Y como mayoría deberían tenernos en cuenta y hacer más obras que estén a nuestro alcance. Como esta de la cual desconozco su nombre.
Y cuando reflexiono sobre lo que ella me dice, al dialogar con ella, me es grata en conjunto y de alguna manera esta obra desata mi imaginación y también a mi vez yo imagino cosas, me imagino un mundo repleto de seres diminutos,(no sé porqué los imagino diminutos porque la escultura es casi a tamaño real,) Un ejercito de amazonas liliputienses,  desnudas, con esta sensual guerrera a la cabeza, peleando una guerra, armados de tenedores, cuchillos, espumaderas y otros artículos de cocina hurtados de nuestros anaqueles.  Y recuerdo la poesía, que según Gabriel García Márguez habita en los objetos domésticos.
Y me pregunto contra quién se librará esta batalla, si el gallo belicoso , de actitud desafiante, y la voluptuosa amazona vestida solo con un par de zapatos enfrentarán a las brujas, los terrores nocturnos o nos defenderán contra los demonios y la muerte. O tal vez me identifique con ella porque soy mujer y entiendo que es la mujer quien posee esa fuerza de luchar contra todo para defender a los suyos.  Con uñas y dientes peleará la mujer por defender lo suyo por más que nos hallan catalogado como “el sexo débil”
Para mí me parece incluso poética, porque el cierto abandonado de la mujer, una velada actitud reposada,  cierto descuido en la manera en que dobla la pierna, un gesto suave en la mano que sostiene el tenedor, algo femenino y sensual que salta a la vista  contrasta con el gallo que representa la virilidad, y la fuerza. Y ese espíritu peleonero,  que es domado por la mujer que lo guía a través de la vida con sabiduría y amor. Y así gracias a este equilibro, dado a través del amor, es que se funda el hogar, la familia y todo lo que tenemos. Sin una mujer un hombre es una nave a la deriva, sin ella una casa no es un hogar. Y volviendo a ese mismo gallo que posee un simbolismo muy interesante según la mitología cristiana , representa la resurrección, la luz de la mañana y se le ve como un vigía que espanta la muerte y los demonios, por esta razón siempre se ha colocado en las veletas de las catedrales e iglesias.
Suelen ser los enemigos naturales de las brujas, las cuales los odian, por ser anunciadores de la mañana. Según he leído se dice que el plato favorito de las brujas son las crestas de los gallos. Y en el natural enfrentamiento del bien contra el mal, el gallo toma partido por la mañana, por el sol y anuncia la llegada del día que reemplaza a la  noche que  encarna lo malévolo. El gallo anuncia el día que ahuyenta a esos seres malignos que pueden ser los demonios, las brujas y cualquier otra entidad nocturna.  También es el gallo, símbolo de cubanía, me vienen a la mente las noches que he pasado fuera de la Habana y he escuchado el canto del gallo, justo antes de salir el sol y recuerdo también las peleas de gallos en la campiña cubana, entretenimiento tradicional del guajiro de nuestros campos de Cuba.
No sé para ustedes, pero para mí, esta obra de Fabelo, posee un encanto singular, es digna de ser admirada, y aunque a Fabelo, por su extensa carrera artística le sobren los reconocimientos, este nunca estará de más, este sea quizás diferente, desde la boca de una habanera anónima, que lo hace porque quiere y porque entiende que también esto es otra clase de poesía.
Habaneros, creo que tenemos que quitarnos el sombrero ante esta hermosa obra de Fabelo.

¡Muchas gracias, Fabelo!  

Y gracias a tu escultura que me ha inspirado escribir sobre  ella me reconcilio con mis propios sueños porque siempre me hubiera gustado ser periodista y desde este sitio en modo alguno, no oficial, siento que lo comienzo a ser, desde este reportaje emotivo, poco ortodoxo y temperamental, un poco aquella que siempre quise ser.



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